Cuando Rosa López se quedaba al cargo de sus hermanos mientras su padre trabajaba en la mina y su madre con el ganado y la huerta, era tan pequeña que le tenían que dejar un banquito para que alcanzara a remover la comida. En aquellos tiempos, no hace tanto, era habitual que las hermanas mayores criaran a sus hermanos pequeños. O que a los nueve años ya estuviera trabajando en un restaurante ayudando en la cocina. No lo recuerda con tristeza ni melancolía. Al contrario, disfrutaba aprendiendo y ayudando, sorprendiendo a los adultos con su maña para asar la carne, limpiar las truchas o hacer flanes. «Tenemos que dejar a los niños que aprendan cosas porque te da el valor de tirar para adelante, de no temer hacerlo mal sino de saber que se puede repetir y hacerlo mejor», nos explica Rosa, nacida en Las Mestas (Cangas del Narcea). Su vida es el ejemplo del autoaprendizaje continuo, de no temer a emprender nuevos proyectos incluso cuando el entorno te desincentivan, como cuando el alcalde de Canero le dijo que empezara a tomar valium si pensaba realmente poner en marcha su hotel. Hace 17 años Rosa y su marido compraron la antigua casa de postas de Canero, situado junto a la preciosa playa de la Cueva, un lugar al que durante décadas llegaba la mercancía por mar, donde se realizaba compra-venta de ganado, hospedaje, intercambio de paquetería…. Un enclave colindante con Lucrar que sigue siendo estratégico para el peregrinaje al encontrarse en el camino de Santiago o para los pescaderos de salmones y trucha que observan desde su comedor el río...